jueves, 24 de septiembre de 2009

LOS PROTAGONISTAS DEL APOCALIPSIS

LOS PROTAGONISTAS DEL APOCALIPSIS
El Cordero
Es Cristo, el Hijo de Dios, que se sacrificó por todo el género humano. Habitó durante tres años el cuerpo que le cedió Jesús, y convivió con el grupo de sus discípulos, a los que legó su doctrina divina y dejó una misión que cumplir. La Cruz puso el broche de oro a la actuación de este Ser Superior, que supo demostrar hasta el infinito cuál es “el Amor más grande de todos los amores”.
Cristo es un Genio Solar o Verbo Solar. Es sublimación astral. Cristo no es el Padre Creador, pero sí una expresión muy pura de Él. Cristo no era Jesús, pero estaba en Jesús, y a través de su cuerpo manifestó su Trinidad Divina. Si hubiera que realizar una correlación, podría decirse que Dios ilumina a Cristo, que Cristo ilumina a Jesús, y Jesús a los hombres conscientes de la Verdad.
Terminada su labor redentora, Cristo volvió a su lugar de procedencia. Por eso dijo a sus discípulos: “Yo me iré y ya no me veréis”.
Jesús
Es el Hijo del Hombre. Es sublimación física. Jesús es un Genio Planetario o Perfección relativa de un Ser Consciente de la Verdad Universal. Cedió su cuerpo físico a Cristo, el Genio Solar, para que éste pudiera realizar su misión de Amor, y él, mientras, cohabitó con el espíritu de Juan, en el cuerpo del Apostol predilecto del Maestro. Por ello, Cristo, desde la Cruz, dijo a María, refiriéndose a Juan: "Madre, he ahí a tu hijo". Esta relación, Cristo _ Jesús o Jesucristo, para muchos incomprensible, es una programación real de la Suprema Inteligencia Divina. Programación que actúa, siguiendo siempre, de diferentes formas, la voluntad de ascensión evolutiva. El hombre de la Tierra ha recibido de Jesucristo esa fuerza de voluntad ascensional, aunque los medios para alcanzarla, han costado el miedo al dolor y a la muerte.
El hombre podría elevarse evitando el dolor y, en poco tiempo, ser consciente de su identidad real. Jesucristo fue un programado para el Amor y por ello murió en la Cruz. Enseñó el método para llegar felizmente al conocimiento, a la conciencia de si mismo en Dios. Era una sublime programación, que todavía está en pleno desarrollo. El fin nos lo confirmará Jesús en su próximo retorno, cuando vendrá, justiciero, como "el jinete Fiel y Veraz, con ojos como llama de fuego, y en su cabeza muchas diademas", y actuará como tal, acompañado de los ejércitos del Cielo, montados en "caballos blancos", como dice el Apocalipsis.
Porque Jesús es ese "jinete", que herirá con "espada aguda" a las naciones, y las apacentará con "vara de hierro", llevando en su cadera escrito: "Rey de reyes y Señor de señores". Podrá haber Amor sin Justicia, pero no puede haber Justicia sin Amor.
Los Ángeles Extraterrestres
El Apocalipsis en un libro, cuyos protagonistas principales, no cabe duda, son los ángeles. Y ¿quiénes son los ángeles? Siempre han sido y son, los que ahora en la Tierra llaman los Extraterrestres. Esta es una verdad, que sólo la niegan ya el engreimiento y la obstinación presuntuosa de aquellos que se creen, con pueril fundamento, las únicas criaturas inteligentes en el Universo. Pero, la realidad irrefutable es que la presencia extraterrestre sobre nuestro planeta se remonta a la noche de los tiempos. Ángel significa “mensajero”, y eso son los Seres Superiores del espacio, que, ya desde el principio, comunicaron a los hombres los fundamentos del conocimiento, una vez que éstos recibieron el inestimable don de la inteligencia.
Los ángeles del Apocalipsis, han venido a poner en cumplimiento todo cuanto en el libro de Juan se expone. Su misión ha consistido en anunciar, en revelar, en consolar, en denunciar las agresiones venenosas de los hombres satanizados, amonestando sus perversas actuaciones y mostrándoles el camino sin retorno por el que, ciegos, caminaban. También era su deber tutelar y preservar a los despiertos y conscientes de los valores superiores de la fraternidad universal.
No ha sido su intención mostrar ni exhibir las altas capacidades de su ciencia, por mucho que se hayan empeñado los amantes de espectáculos circenses. Ahora, su trabajo laborioso está ya en el epílogo, y tendrá su fin, cuando Jesús realice su venida esplendorosa, y la inmensa cosmonave, la Jerusalén Celeste, alce su vuelo majestuoso llevando en su interior la semilla de la nueva vida.
La función que Ellos tienen hoy, no es distinta a la de los antiguos ángeles.
Sólo difiere en la metodología utilizada, porque la conciencia del hombre ha cambiado. Aún así, la comprensión humana se reparte en dos sectores muy diferenciados: el de la cantidad, los muchos, para los que el problema de esta verdad aparecerá comprensible sólo en su aspecto material-científico, y el de la calidad, los pocos, que han llegado a comprender, asimilar e interiorizar su lado divino, espiritual y cósmico.
En todos estos años transcurridos, todos los Gobiernos de la Tierra, TODOS, han tenido pruebas claras e indiscutibles de la existencia angélica extraterrestre.
Ellos saben hoy, perfectamente, qué es lo que quieren y a lo que han venido.
Pero, han callado, y seguirán así el poco tiempo que les queda, porque si hubieran admitido esta verdad incontestable, habrían tenido que cambiar la mayoría de sus esquemas, cosa inconveniente para sus mezquinos intereses.
Durante tanto tiempo, han estado practicando, de forma calculada y pertinaz, una negación cínica y radical, respaldando el escepticismo de otra mucha gente que, al no acertar a comprender, ha quedado condenada a permanecer, ciega y sorda, en la más rotunda de las ignorancias.
Ahora, ya en un epílogo avanzado, más bien agonizante, convendría recordar que son muchos los terrestres que saben muy bien que los ángeles extraterrestres tienen bases en las aguas profundas de los mares de la Tierra. Saben también de la labor de vigilancia que han ejercido y ejercerán hasta el final sobre esta ciencia sin consciencia, ni conciencia, que, con perversa y cínica desenvoltura, ha puesto en gravísimo riesgo el equilibrio magneto-esférico de este planeta, amenazado la estabilidad orbital del resto de los planetas del Sistema Solar y propiciado el peligro potencial de extender el caos a otros sistemas solares. Ya existe un triste precedente, al que esta Humanidad se está acercando inexorablemente. Y Ellos no van a consentir que otros nuevos locos homicidas vuelvan a hacer pagar, por sus culpas, a otros inocentes seres estelares, repitiendo desventura semejante a la del desdichado planeta Lucifer.
Los Hijos de la Luz Creadora han regresado de nuevo a la Tierra, para operar mientras esperaban la llegada del “Fiel y Verdadero”, supremo Avatar coordinador de la Justicia Divina. Ellos han estado viviendo entre los hombres de este planeta, extendiendo las señales anunciadas, con el fin de despertar en la memoria de los habitantes de este mundo, lo que fue dicho, escrito y propagado para esta generación de ciegos y sordos.
Se les puede llamar como se quiera: Ángeles, Extraterrestres, Marcianos, Humanoides o Alienígenas. O clasificarles como se desee, pero, esto nunca podrá modificar lo que son, ni a lo que vienen. Interferir en su misión o intentar contrarrestarla, siempre será inútil. Ellos poseen la potencia divina y facultades inconcebibles para la mayoría de los terrestres. La Verdad que llevan no podrán detenerla, ni neutralizarla, y, por tanto, los cambios, puesto que la masa humana no ha querido reflexionar y rectificar, serán inevitables.
Ya están marcados y disponibles, aquellos que han sabido asimilar su mensaje.
Serán llamados, tras aparecer las naves brillantes, los fulgentes “caballos blancos”, en el cielo, y llevarán a la nueva Tierra las directrices de la nueva Ley y del nuevo Pacto.
En el tiempo en que ya estamos, 2.005, en vísperas del final, conviene desprenderse de tanta patochada y ser más objetivos. Los extraterrestres, ángeles de hoy, son los mismos que Juan describe en su Apocalipsis. Ellos han abierto los sellos, han sonado las trompetas, han mostrado las copas e iluminado el cielo con sus signos. El mundo ya ha visto y sabe. Ya no vale decir que se tiene excusa. Sólo el necio puede hacerse el ignorante. Y también para ese, dentro de muy poco, será aplastante la evidencia. Preparados están ya los “caballos blancos” y la “Nueva Jerusalén”, presta a bajar desde el espacio exterior, mientras los 144.000 Elegidos hacen los preparativos de su marcha hacia Sión, donde el Cordero, Jesús, les aguarda.
Las siete iglesias
Las Iglesias son siete y forman el templo viviente de Dios una vez unificadas.
Así será un sólo templo con siete estancias principales. Los Guías de estas siete Iglesias son los Automedontes, Mentores especiales siderales, mientras que los Apóstoles fueron los que llevaron la Verdad a esas Iglesias. Toda la Humanidad configura ese templo viviente, que los intereses temporales han fraccionado. Por ello, ahora, la meta de los ángeles Extraterrestres es reunir lo que ha sido dividido, sin hacer discriminación alguna entre las Iglesias, ni entre los hombres, por su raza o su creencia, ya que todos, desde su diversidad, forman parte de una única llamada.
Las siete Iglesias de hoy, la Católica, la Luterana, la Anglicana, la Presbiteriana, la Ortodoxa, la Evangelista y la Metodista, también han recibido el mensaje dado a sus Pastores, y han sido informadas de que éste es el tiempo de Dios sobre la Tierra, y deben ser cuerdas, prudentes, sabias, puras y humildes, porque en todas ellas existe posibilidad de purificación y perdón. Han sido aconsejadas por los operadores de la santísima voluntad de Cristo, en el sentido de hacer camino en dirección hacia donde el rebaño crece en tribulaciones, y el espíritu en paz, justicia, alegría y amor fraterno.
Haciéndoles saber que el día del retorno del Señor en medio de los hombres, está muy próximo a llegar, porque así fue escrito, así es y así será.
Los 24 Ancianos
Son los 24 Mentores del Sistema Solar. Los 24 Ancianos o Sabios, por denominarles con un lenguaje terrestre, que dirigen la Confederación de Planetas. Ellos habían sido designados para planificar y dirigir el desarrollo de los cuerpos siderales que se mueven en este rincón de la Galaxia. Su sabiduría y su perfección era y es de tal magnitud, que fueron elegidos unánimemente por todos esos mundos para dicho cometido. En el acto de mostrar a Juan la serie de sucesos y aconteceres relativos a los Últimos Tiempos, el profeta pudo verlos reunidos en Consejo, dando pruebas de sumisión al Cristo Solar.
Los cuatro animales
Representan simbólicamente a los cuatro Evangelistas, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y a sus respectivos Evangelios, que reflejan el sublime sacrificio de la alta entidad solar, Cristo, para redimir a los componentes de una Humanidad que iba sin rumbo, y darles la fuerza ascensional suficiente para afrontar con posibilidad de éxito los últimos días de esta generación. Están simbolizados por un león, un toro, un hombre y un águila. Aluden a las diferentes razas provenientes, tras la fugitiva del Tercer Planeta Amarillo, de Proción, Alfa Centauro, Orión y las Pléyades. Unas, por causa de un Cataclismo habido en nuestro Sistema Solar, el del planeta Lucifer, y otras, puestas aquí por los Guías del Cosmos, para mejorar el código genético de los terrestres, y acelerar una evolución que pudiera estar adecuada al ritmo del planeta terráqueo.
Este conjunto animal, revelaba el futuro de la Humanidad, y está representado en la Esfinge de Gizeh, con garras de león, vientre de toro, alas de águila y cara humanoide. Los Apóstoles adoptaron, cada uno, un símbolo de éstos, que a su vez son los símbolos de las Constelaciones de donde fue traída la vida a la Tierra.
Juan es, pues, el Águila (alteza, evolución espiritual). Lucas, es el Toro (sabiduría). Marcos, el León (fuerza, coraje) y Mateo, el Hijo del Hombre (podría representar a Jesús). Cristo quiso potenciar nuestra evolución; Ellos, también.
Los cuatro jinetes
Representan las cuatro características principales a destacar en los acontecimientos apocalípticos de los Tiempos Finales: La Desidia diplomática, la Guerra, el Desastre y la Muerte. Terribles jinetes que marcharán “a todo galope” sobre la Tierra en sus “corceles” de cuatro colores, cada uno de los cuales ha de entenderse como algo vigoroso, de incidencia poderosa, que avanza velozmente.
El “caballo blanco”, serán las falsas conversaciones de Paz, ligeras e infructuosas, incapaces de hacer prosperar el éxito de la “blanca paloma”. El “caballo rojo”, simbolizando la ira desenfrenada de las mentes trastornadas por las ideas violentas y homicidas que, rápidamente, darán lugar a una bestial guerra de exterminio que se extenderá, en cabalgada feroz, por muchas naciones del planeta. El “caballo negro”, serán las vertiginosas y nefastas consecuencias que ocasionarán los dos anteriores, sumiendo al mundo en un desdichado tiempo de negra oscuridad, con terribles hambrunas, enfermedades epidémicas, dolores y sufrimientos sin límite, en el que habrá una gran injusticia para muchos. El “caballo pajizo”, da idea de la briosa arremetida de la Muerte, dueña y señora de espantosas matanzas y horribles holocaustos, por el uso de infernales ingenios bélicos, liderados por las bombas atómicas. Estos dantescos caballeros cabalgarán junto a sus homónimos naturales: el agua, el aire, el fuego y la tierra. Si los primeros caballos los habrá generado el hombre para destruir, los segundos los utilizará la Naturaleza para reaccionar y reequilibrar.
Los “Zigos”, esos cuatro Elementos primordiales del ámbito natural de este planeta, purificarán cada centímetro cuadrado de tierra, y cuando hayan realizado su labor, entonces los Justos retornarán, y restaurarán sobre este mundo la Ley Universal que ahora ha sido mancillada.
La Humanidad actual, egoísta, sorda y ciega, aún no se ha dado cuenta de que el Apocalipsis va a finalizar, y convencida de que ha dominado a los elementos naturales, no ha sido capaz de observar, tomando nota, cómo esos elementos han estado haciendo su labor durante muchos años. El hombre ha creído, obstinadamente, que servirse de la Naturaleza es destruirla, y ahora ella puede responder, cancelando en cuestión de segundos la vida de esta generación depredadora, que no tendrá nada que hacer, a pesar de sus presuntuosos “avances científicos”, en cuanto los cuatro “corceles naturales” se desboquen. Y ello está a punto de suceder, porque el ser humano de esta Tierra, no sólo se ha atrevido a separar lo que Dios ha unido, sino que, además, lo ha hecho para fines bélicos y mortales, como en el pasado. ¡No escarmienta!...
Los siete sellos
Simbolizan un número de hechos de gran incidencia para la Humanidad, que serían descubiertos, puestos de manifiesto y dados a conocer de una manera general.
Representan una sucesión de acontecimientos negativos y trágicos, que sucederían en la última etapa apocalíptica. Los cuatro primeros “Sellos” corresponden a los cuatro “caballos”, ya descritos. Los otros tres, una vez abiertos, revelan la terrible persecución a que serán sometidos los Justos en los días finales, los titánicos cataclismos que precederán a las alteraciones visibles de las luminarias del cielo, Sol y Luna, la caída de artefactos espaciales en órbita alrededor de la Tierra, la verticalización del Eje terráqueo, y, por último, la purificación del planeta.
Los Elegidos
Muchos granos han de pasar por la piedra de moler, después de pasar por la malla de la criba. Las espigas más fecundas serán guardadas y conservadas, para luego mejorar la nueva sementera. Así, cosecha tras cosecha, el buen agricultor amplía la calidad del cereal que siembra. Valga el símil para el tiempo en que estamos, cuando la economía divina, siempre creativa y armónica, tiene la selección ya hecha y preparada para ser la semilla que ha de fructificar en la nueva tierra.
A los que han sido designados, llamémosles “Elegidos” si queréis. Tened por seguro que se cumplirá lo que dijo la promesa respecto de su herencia, porque han sabido realizar los valores necesarios para alcanzar la meta señalada.
Se ha hablado y escrito sobre la nueva Galilea, la llamada “Galilea de los Gentiles”, compuesta por “el pueblo que no es el pueblo” de Jesús. De ahí saldrá el núcleo mayor del conjunto del pueblo elegido. Casi todos latinos: españoles, italianos, sudamericanos... De esa gente bendecida por Dios vendrá la renovación del mundo. “Más allá del río Jordán y del mar” están los espíritus que han permanecido en el mundo por voluntad del Profundo y Eterno Padre. Los que han sido y son la iluminación, que es levadura, y la palabra, que es sal; los que han sufrido todo tipo de persecuciones por haber amado y seguido al Hijo de Dios. Ahora, todos están despiertos y disponibles. Pronto serán testigos de la bajada de la “Jerusalén Celeste”, de la que serán pasajeros en rumbo hacia el Amor, que aquí han prodigado y les ha sido negado.
Juan ha vuelto a estar, de nuevo, con los hombres, y en la envoltura de Eugenio Siragusa, su trabajo ha consistido, otra vez, en hacer de profeta, como escrito está en su Apocalipsis, y en despertar a los 144.000 Elegidos entre los moradores del planeta, para ser salvados en el momento preciso. Son los componentes de la tribu del Águila, de estirpe extraterrestre, fundamentalmente diferentes y no pertenecientes a esta dimensión, en la cual operan por su ofrecimiento voluntario, en misión de amor y ayuda. Se han convertido ya en conscientes, tras ser llamados e instruidos por Aquellos que Son, y representan los poderes del Padre Profundo. Están viviendo en medio de los hombres y entre ellos están los doce Apóstoles. A los impíos no les será fácil reconocerlos, pero ellos están ya iluminados por la divina sabiduría, con la que pronto promoverán el incendio de Amor renovador que hará cambiar el mundo. El Consolador prometido por Cristo, hace tiempo ya que vino y ha dado su testimonio, poniendo de relieve los pecados de este mundo, la justicia que habría de llegar y el juicio que tendría que celebrarse. Por su intervención, muchos espíritus han despertado a la luz de la Verdad. Ahora ya saben por qué están en esta tierra y que el regreso de Jesús, el Hijo del Hombre, está muy cercano. Gracias a los Hijos de la Llama, aquellos señalados por la voluntad divina, han sido preservados y tutelados, para que ningún ataque de los partidarios del Maligno, ni ninguna adversidad, pudiera turbar o impedir dicho despertar. Ellos han sabido ser cautos y prudentes, en una época infecunda llena de asechanzas graves y de diabólicas insidias. Ellos han conseguido tener una alerta activa, que les ha permitido alejar las embestidas de las fuerzas negativas, y han conseguido vencer las tentaciones sutiles de aquellos que, estando apagados en el espíritu, lucen demasiado en la materia.
Dentro de poco, todo estará ya consumado. El Maestro les dijo: “Yo no soy de este mundo y vosotros tampoco lo sois”. Dijo también que Jesús volvería, y ahora vuelve para contemplar cómo se aman los unos a los otros como Él les enseñó, y para llevarles al lugar que Cristo dijo iba a preparar para ellos. En este tiempo, la santa unión y la fraternidad los ha ceñido y el sol del amor brilla en sus corazones. Ya están dispuestos para edificar el paraíso, y las rosas de la paz habrán de florecer en todos los rincones de la nueva Tierra.
El Maestro también dijo y luego fue escrito: “El mundo los ha odiado, porque no son del mundo. No te ruego que los quites del mundo, sino que los preserves del mal... Santifícalos por Tu Verdad”.
Aquellos que se han santificado en la Verdad Divina saben hoy muy bien lo difícil que es obtener la comprensión en este mundo. Han sabido hasta la saciedad el sufrimiento que se obtiene cuando se da amor a los que alimentan odio. Conocen, dolorosamente, los azotes sin misericordia de la persecución y la burla malignas. Sin embargo, como saben el porqué, su gozo es grande y, aunque los ojos de los impíos se han posado en ellos sin piedad ni afecto, de sus corazones ha emergido, en cada instante, la esperanza indestructible de que, un día u otro, el frío resentimiento del hermano errado, podrá cambiarse por un dulce y cálido deseo de amor fraternal. ¡Sí, así son los Elegidos! Ellos son los que habrán conseguido hacer prevalecer la Verdad que destruirá para siempre las cadenas del Maligno, y su bendita libertad estará radiante de alegría y fructífera en obras, para gozo del Padre Creador. El fulgor de la Tierra se unirá al del Cielo, en un abrazo sublime con la Luz del Cosmos, llama inextinguible del Eterno y Divino Amor.
La comunidad de Espíritus Elegidos, los doce millares de las doce tribus, ya está vivificada y operante en todo aquello que produce el Bien sin interés alguno. Han sabido estar unidos por la misma llama, y ser niños en el corazón y humildes en el Alma. Ahora pueden ser prudentes en toda circunstancia y tienen íntegra la capacidad del buen discernimiento. Conociendo el vacío, han aprehendido la Luz. Sabiendo del odio, han elegido el Amor. Solícitos, han sembrado en el corazón de los hombres y han hecho fecundar la luz de la verdad, sin olvidar la prudencia, que les ha hecho ser puros como las palomas, pero astutos como las serpientes. El Mal les ha puesto mil trampas y su red ha estado siempre al acecho, pero ellos han conservado celosamente lo que habían heredado de Aquél que les amó y les ama. Ya no dudan en distinguir el árbol de los frutos buenos, del árbol de los frutos malos, y aunque saben que los odian y calumnian, su corazón no se entristece, porque tienen la certeza de que son los hijos del Altísimo.
Ellos saben hoy que el mundo será sacudido como un barril en el centro de un remolino, y que los cuatro elementos que los Zigos gobiernan mostrarán su rebeldía en un terrible agitar de fuerzas poderosas. Pero, están preparados para ser espectadores de ese gran momento purificador, que ellos vislumbran muy cercano. Y sus sueños están llenos de esperanza, una esperanza viva, insuperable, porque son conscientes de lo que han de hacer y de la misión que tienen. Mucho han llorado viendo un planeta tan hermoso, destruido en manos de egoístas, pero, después del gran viaje, volverán. Sí, un día volverán, y su colectivo amor fraterno será un continuo triunfo de la vida sobre la muerte, de la luz sobre las sombras. Será siempre como una eterna aurora. No sirve de nada lamentarse ahora: si el hombre hubiera querido habría podido evitar el terrible desenlace en el que se verá envuelto en breve. Cristo le trajo el Amor y el ejemplo. De haber puesto en práctica la enseñanza dada por Él, habría escogido el camino de la hermandad entre los pueblos. Con dos mil años transcurridos, podía haber comprendido y asimilado la absoluta importancia del mensaje crístico. Pero, este ser humano, ciego, sordo y engreído, no ha querido entender, y de esta manera ha desembocado en una situación totalmente distinta a la que un comportamiento positivo le hubiera conducido.
A pesar de tantas advertencias, de tantos avisos proféticos, de tantas trompetas angélicas, esta Humanidad de hoy ha llegado al punto de ser capaz de destruir el lugar que habita, su propio mundo. Ha contaminado el aire, el agua, el suelo, y ha roto el equilibrio planetario de tal manera, que ahora debe enfrentarse a terribles trastornos de índole apocalíptica, en los cuales fenecerá. Solamente un conjunto de seres humanos, pequeño en comparación con la masa total, podrá salvarse, al haber realizado un desarrollo espiritual suficiente para subir un peldaño en la escala del divino Valor Evolutivo Superior. Esos son los Elegidos. Mientras ellos serán elevados en el aire, el fuego actuará como elemento purificador y bajará sobre la Tierra. Una vez ésta purificada, volverán de nuevo y continuarán su vida con un renovado espíritu, con una nueva sabiduría, una nueva comprensión, en comunión con Cristo y con el Profundo Padre Creador.
Ha sido dicho que serán puestas en movimiento las titánicas fuerzas del aire, del agua, del fuego y de la tierra. Ha sido dicho también que el Juicio sería pleno de severidad, y que toda cosa viviente sería purificada sobre la faz de la Tierra. Ya ha llegado, pues, el tiempo en que todo ello será realizado, y dura será la sentencia para todos aquellos que han preferido permanecer sordos y ciegos a la llamada del Amor Supremo. Toda cosa, repito, será sacudida y cambiada en este mundo decadente. Resurgirá esplendorosa la aurora de la paz y radiante la luz de la Justicia Divina, alegrando así los corazones de todos los que han sabido responder al celestial reclamo. Sus espíritus serán ceñidos de sabiduría y cordura, y gozarán de una felicidad como nunca antes existió en la Tierra.
El consuelo para los otros, que no han aprendido la lección, es que, aunque se habló mucho de “perdición eterna”, nada de lo que fue creado puede perderse. La única pérdida será para todos ellos, en esta ocasión, el no poder alcanzar el nivel que los Elegidos van a conseguir. Dentro de la tristeza que produce el contemplar su fracaso, es posible darles un mensaje de esperanza: “Están perdidos para la Tierra, pero no estarán perdidos para Dios”. Éste es el verdadero sentido del Amor y misericordia divinos.
Las siete trompetas
Es una forma simbólica de describir un número de hechos importantes, que se proclamarían en los últimos tiempos apocalípticos de esta Humanidad. Serían los avisos divinos para que los hombres reflexionaran y reaccionaran positivamente. Por desgracia, no ha sido así. De nada han servido las llamadas y recomendaciones del Cielo a la mayoría de los componentes de esta generación.
Los estragos causados por los fuegos pavorosos en los bosques del mundo, casi siempre malintencionados, las terribles contaminaciones de mares, ríos y fuentes de aguas potables, por vertidos irresponsables, y las repercusiones de un odio irracional desatado, producirán un desequilibrio natural hiper-caótico, causando la alteración, incluso de los astros que iluminan el planeta, que verá ensuciarse progresivamente su aura por una deletérea viscosidad magnética, que hará necesaria una urgente purificación, tras la contienda desencadenada por los Jinetes del Apocalipsis y los Zigos.
Los dos Testigos
Serán dos personajes, vivientes en este mundo, que dentro de muy poco saldrán a la luz, portando las antorchas de las entidades espirituales de Henoch y Elías. Llevarán por todas partes, durante tres años y medio, el testimonio de la Verdad. Señalarán la faz del Anticristo y alertarán a los moradores de la Tierra, sobre todo aquello que se avecina, haciéndoles ver los verdaderos valores, que han sido invertidos por el Poder Infernal y sus secuaces, y llevándoles a reflexionar sobre la necesidad de un cambio de actitud en la dirección positiva.
Sus voces se escucharán en todos los ámbitos del planeta, y tendrán la facultad de infundir deseo ascensional en muchas Almas de la Tierra. Los dos Testimonios de Dios contrarrestarán la influencia diabólica del Príncipe de este mundo y, al final de su labor, serán muertos por los sicarios del Mal.
Con sus sublime sacrificio, darán gloria al Señor, para que se cumplan sus designios divinos, en aras de un mundo nuevo de Justicia, de Amor, de Paz y de Fraternidad.
Pronto se podrá comprender cuánto ha sido ocultado por los servidores de las Tinieblas. Pero, para muchos ya será demasiado tarde. Pronto, también, todo aquello que estuvo escondido, será expuesto a la luz y dicho a gritos desde los tejados de las casas. Pero, también a muchos, ya no les servirá. Todo cuanto se tenía que decir, ya se habrá dicho, y aquellos que habrán escuchado, tras conocer la Verdad, podrán acceder a la gracia de ser libres. Pero, muchos serán, desgraciadamente, los que, por el Bien recibido, devolverán a estos dos olivos de Cristo, el odio, la persecución, la burla y el vituperio. Y, al final, la muerte.
Las dos Mujeres
Representan, en simbología apocalíptica, dos diferentes matrices generadoras de valores totalmente contrarios: unos, pertenecientes al seno del Bien, del cual se alimentan; y, otros, amamantándose en el seno del Mal, del cual se nutren y se sacian.
La Mujer del capítulo XII del Apocalipsis, “vestida de Sol, con la Luna bajo sus pies y en su cabeza una corona de 12 estrellas”, es la vieja Tierra con “dolores de parto”, dispuesta a dar a luz una Nueva Tierra con una Nueva Humanidad liderada por Jesús, teniendo la oposición del Poder Infernal, el Dragón demoníaco, que, con sus ataques y tentaciones, tratará de evitarlo.
La Mujer del capítulo XVII, “estaba vestida de púrpura y de escarlata, de piedras preciosas y de perlas. Tenía en la mano una copa de oro, etc.” Es una referencia clara a los colores de las vestiduras eclesiales, a sus riquezas, a su ornato, al oro de sus cálices, a sus comportamientos y obras hipócritas, más acordes con lo corrupto de la materia, que con la divinidad del Espíritu. Se trata, indudablemente, de la Iglesia de Roma, creadora de instrumentos de coerción, persecución y crimen, como la Inquisición, responsables del derramamiento de la sangre de tantos inocentes.
El Dragón
El Dragón del capítulo XII del Apocalipsis, es el Poder Infernal, con influencia satánica sobre los 7 Estamentos más importantes de la Tierra: el político, el militar, el religioso, el económico, el ideológico, el judicial y el informativo. Siete Grupos de Presión, que son como las “cabezas” rectoras de la Serpiente del Infierno. Con total autonomía diabólica sobre 10 Atribuciones principales, indicadas más adelante, capaces de ser utilizadas como “cuernos” para herir, mediatizar o atentar, desde la Mente hasta la Vida, pudiendo transmutar hasta el mismo Espíritu y hacerlo siervo del Mal. Todo ello, con sus principales Órganos de Poder, que son como las “diademas” de las 7 cabezas del Dragón.
La Serpiente apocalíptica, el Dragón que ruge ya en este siglo XXI, son los enormes intereses económicos, en connivencia con las poderosas ansias de Poder político, militar, religioso, y de dominio de la masa humana. Todos ellos se apoyan y protegen, produciendo un clima altamente traumático, que amenaza con acabar, irreversiblemente, con esta civilización. Nadie podrá acabar con él, salvo aquellos que son incorruptibles, y ya han sido prácticamente probados en todas las situaciones. Ellos podrán establecer la nueva metodología que generará el auténtico sentimiento del derecho-deber, condición indispensable para convertirse en una civilización avanzada.
En el versículo 9 del capítulo apocalíptico anteriormente citado, el apóstol Juan hace alusión al arrojamiento en tierra del Dragón Satanás y sus ángeles.
Esta referencia debe interpretarse como la actividad satánica incrementada por un descenso en los últimos años de los Tiempos Finales de oleadas de espíritus de ínfima evolución, ávidos de penetrar en ese ambiente propiciado con el que están en absoluta sintonía, y el estado permanente de pecado, es decir, de equivocación espiritual, y de acusación delante de la divinidad, por la continua rebeldía contra los planes del Creador. Esta bajada de Satanás y sus secuaces, permitida por los designios divinos para avivar la simiente angélica de los Justos, en el contraste con los crímenes y las abominaciones de los esbirros del Diablo, tiene su reflejo en la corrupción y degradación generalizadas, que se extienden hoy por toda la Tierra. Una ingente multitud de criaturas irresponsables se dejan seducir por el placer inmoral, y en todas partes se observa, con expresión cínica e hipócrita, la inversión de los valores tradicionales de la vida. El mundo se ha llenado de espíritus egoístas, rebeldes, materialistas, propensos a la relajación moral, sedientos de placeres sensuales, adversarios furibundos de toda disciplina, enemigos de todo orden, con verdadero apego a los dictámenes de la maldad.
Las siete Copas
Con ellas simboliza el profeta una serie de impregnaciones, con las que los hombres impíos producirán gravísimos atentados contra la Naturaleza, provocando una desarmonía y un desequilibrio generalizados, que tenderán a corregir los elementos naturales, de forma expeditiva. Las “Copas” muestran las terribles consecuencias producidas por los vertidos de todo tipo, los venenos contaminadores soltados por los humanos irresponsables, sobre la tierra, el agua y el aire. Que luego completarán con el peor vertido realizado siempre por los seres de este mundo: el Odio. Un odio feroz que les hará volver a exterminarse entre ellos en la peor y más cruel de sus guerras planetarias, la Tercera, en una interminable espiral de violencia homicida que aumentará con la Guerra de las Razas, y que durará hasta que los astros del cielo muestren sus señales y la paciencia divina se acabe. Entonces, tendrá lugar la Purificación.
Los caballos blancos
Ya son menos los que no creen que el planeta Tierra se halla bajo el asiduo control de Seres superiores procedentes de mundos más evolucionados que éste, del espacio sideral. A pesar de los intentos de los Gobiernos de la Humanidad para querer ignorarlo y ocultarlo, los ángeles extraterrestres pusieron en marcha, hace ya tiempo, un metódico plan para impedir que el hombre llevara a un límite irreversible su actividad destructiva y malsana. Este plan contempla una solución global a todos los aspectos negativos que han puesto en peligro el equilibrio organizador y evolutivo de la especie humana.
El escepticismo de la ciencia terrestre y de ciertos investigadores, ha desvirtuado el hecho real de ese gran número de naves siderales, de procedencia ajena a la Tierra, que durante años han surcado los cielos de este planeta, para ir concienciando a sus habitantes de que no están solos en el espacio, como siempre habían creído. Ellos tendrían que haber realizado, desde hace mucho tiempo, el aspecto real y la visión espiritual de lo que les fue entregado, hace aproximadamente 2.000 años, por el sublime sacrificio crístico. Pero, no lo han hecho así, sino al revés. Y ahora que caminan hacia la quiebra total de la obra humana, no han dejado más alternativa a esas Inteligencias Superiores, que la selección de un mayor o menor número de Almas, para poder preservar y mantener la estabilidad de los valores universales. El proceso final ya ha comenzado, y su desarrollo será el preludio de un Juicio severo que no debería ser ignorado por nadie. Los acontecimientos que seguirán, evidenciarán la grave acusación que pesa sobre todo el género humano, culpable de no haber sabido ni querido realizar, con Justicia y Amor, los planes de la Inteligencia Creadora, encaminados a la evolución progresiva, pacífica y libre de todas las Almas vivientes.
Jesús, el Hijo del Hombre, pronto llegará, acompañado de sus legiones celestiales, todos transportados, a través del cielo, por “nubes” o “caballos blancos”, a los que muchos llaman “ovnis”, “ufos” o “platillos volantes”.
¿Cuándo comprenderá esta generación ciega y sorda?
La Nueva Jerusalén
La “Nueva Jerusalén” es una gran cosmonave, de colosales dimensiones, que vendrá a recoger y rescatar a los Elegidos, aquellos que conformarán la semilla de la nueva generación. Pero, el alcance de esta denominación es aún mayor, ya que entraña también un nuevo concepto de Humanidad, de Templo Crístico en este planeta.
En un tiempo ya remoto, fueron traídas a la Tierra una gran variedad de animales domésticos e infinidad de plantas que han sido y son aún, básicas para la subsistencia humana. Sin embargo, la acción irresponsable, absurda y diabólica de esta generación homicida ha ido creando un vacío ecológico de tal magnitud, que ha desembocado en un desequilibrio tan peligroso, que ahora amenaza la propia supervivencia de esta Humanidad inconsciente.
Ante la gravedad de lo que se avecinaba, Aquellos que Son, los Guardianes de la Economía Divina, decidieron desarrollar, durante años, la que podría llamarse Operación “Arca de Noé”: salvar y proteger una notable cantidad de especies animales y vegetales, trasladándolas a lugares seguros, donde su perpetuación natural no sufriera menoscabo alguno en sus valores genéticos, ni en las funciones encaminadas a la consecución de la armonía creadora, violada pertinazmente por seres sin consciencia ni conciencia. ¡Pobres necios que sólo han sabido ver “raptos y abducciones” donde solamente han existido actos de amor sin interés alguno! La historia se repite y Ellos son ahora los nuevos Noés de nuestro tiempo. Que también salvarán a un buen número de Designados, suficiente para perpetuar la raza humana, llevándoles a las moradas preparadas por su Cristo, en la “Jerusalén Celeste”, una enorme ciudad volante entre doradas paredes metálicas, conformada por una nave central o nodriza, a la que irán unidas una serie de naves. Ella será la nueva Ciudad Santa, el Nuevo Templo.
El estanque de fuego
Un planeta-cometa se dirige hacia la Tierra. Es un astro de magnetismo primario, con una masa sólida superior a la terráquea y un volumen aúrico mucho mayor que el de este orbe, debido a la estructura mineral de su núcleo. Su órbita, alrededor de un Sol distinto al de este Sistema, completa su circuito en un tiempo alrededor de 6.666 años, y es oblicua al eje imaginario terrestre. Su atracción magnética es tan poderosa, que obligará a éste a desviarse. Como un poderoso imán arrastrará con él, no sólo el viscoso magnetismo que envuelve a la Tierra, sino también las Almas de los responsables de ello, que estarán en sintonía con su evolución primaria.
Su venida no puede considerarse “castigo divino”, en el sentido de represalia o desquite. Es solamente purificación, rectificación espiritual, abandono obligado de los senderos perjudiciales para las Almas y repetición para muchos de las lecciones mal aprendidas, para llevarles de regreso, en el transcurrir del tiempo, al venturoso camino de la compostura crística. El llamado “Hercólubus” por algunos, y por otros, con bastante acierto, “Bola de la Redención”, es el “estanque de fuego” citado en el Apocalipsis de Juan.
Cuando Jesús habló de los que irían al lugar donde sólo se oye el crujir de dientes, ya estaba definiendo el ambiente primitivo, opresivo y brutal de este planeta purificador, verdadero “infierno” de odio, venganza, desesperación, emboscada y animalidad, cuyo clima infrahumano les hará añorar lo que despreciaron en la Tierra, y les forzará a progresar más rápido.
JOSÉ GARCÍA ÁLVAREZ jogalvarez@telefonica.net

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